martes, 4 de diciembre de 2012

BUSFORMER



TRENFORMERS

Tenía que esperar el tren en la estación. Por quién no lo sepa una estación es un sitio donde esperas a trenes que normalmente van llenos de gente extraña con la que nunca hablarías en otras situaciones. Yo también soy uno de ellos.
                Estaba sentado en uno de esos cómodos asientos, leyendo un libro mientras bailaba al son de la música que sonaba, un remix hecho por Charles Chaqueta, increíble, subidón vamos. Entonces comenzó a venir mi tren.
                Pongo comenzó porque el tren, hasta que para, tarda un rato. Es todo una conspiración para que la puerta nunca esté cerca de ti, sino a 234732984732987432 metros de distancia, y tengas que correr con cara de gilipollas y tu mochila, la cual parece que tiene el doble de peso que normalmente.
                Pues eso, que venía mi tren. Hacia “tracatrá-tracatrá-tracatrá-piiiummm” (¿En serio ha hecho alguna vez un tren eso? El mío sí) y fue frenando… cuando apareció.
                Su enemigo. Su mentor, el cual se convirtió en un escalón más bajo que él. Su hermano triunfó y él quedó relegado a vivir en la más ínfima ignorancia. Era… el otro tren.
                No sé si sabéis qué es un estación, pero normalmente y como mínimo hay dos carriles. Puede haber uno, pero si van dos trenes contrarios a la vez es extraño. Entonces este tren apareció de la nada y… comenzó la guerra.
                Todos nos escondimos de su vista porque sabíamos lo que iba a ocurrir: la música paró, todos nos tapamos con nuestras hojas de periódico gratuito lleno de anuncios… y dejamos que el destino decidiera el final.
                Ambos trenes consiguieron verse. Mi tren se alargó, transformándose. El otro tren no tardó más en hacerlo, rompiendo la instalación eléctrica y prendiendo de llamas todo su alrededor. Mi tren gruñó y aulló, y el otro hizo lo mismo.
                La esplendorosa L-3, la que todo el mundo quiere y todo el mundo coge, el tren que siempre va lleno… contra la L-2, la que ya nadie quiere, la que te deja en una parada desierta donde seguramente intentan robarte y violarte y venderte un disco de Justin Bieber.
                L-3 se lanzó contra L-2 llevándose por delante el andén que había enfrente de mí. Por suerte la gente ya había huido. L-2 consigue abrir las puertas y ataca con personas, pero a L-3 no le pasa nada. L-3 le muestra su genial altavoz para avisar de las paradas, que encima está traducido, y L-2 hace chirriar sus frenos.             
                Tendría que parar esto: puedo cogerme de la cola de L-2, arrastrarme por su exterior y accionar el freno. Eso le mataría. Debo intentarlo, o el mundo se irá a la mierda.
                Corro y salto a las vías, y todo el mundo me dice que estoy pirado: pero ya tengo escrito mi destino. Tiro mi mochila con todos los apuntes y me arremango las mangas porque voy a morir, pero con estilo. Me agarro a la cola (metálica) (Joder, eso suena mal) de L-2 y voy subiendo, agarrándome a sus ventanas sucias y pintadas. Continuo, estoy sudando y el tren se mueve de tal forma que casi me tira varias veces. La gente me mira desde abajo fascinada, señalando y tapando los ojos a sus hijos por el fatídico final.
                Consigo llegar a la sala de máquinas de L-2, e intento buscar donde narices tengo que dar para apagar a ese trasto, que L-3 gane y que todo siga con la misma fascinación que siempre. Me vuelvo a arremangar aún más porque molo mucho y esas cosas y bajo palancas que estaban hacia arriba sin saber qué son.
                Hasta que consigo acertar: L-2 se queda quieto y cae, desplomándose. Por suerte me mantengo vivo en esa cabina, aunque los cristales se han roto y han caído encima de mi. La gente me vitorea y me sacan en brazos. L-3 me mira, y me sonríe…
                Pero creíamos que iba con otra intención. Poco a poco conquistó el mundo, ya que nadie estaba para combatirlo. Y por eso ahora soy un esclavo, como todos los humanos, deseando escapar de L-3 y de su maldad. Ha muerto mucha gente. Y todo por ese maldito enfrentamiento.

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