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Días de publicación: Lunes, Miércoles, Viernes
¡POR CIERTO!: Teníamos que deciros que nos gustaría que os involucraseis más en la historia. Por eso hemos decidido que, quién quiera, puede darnos ideas al correo de lavidaensofisticada@gmail.com, en plan de "Eh, quiero que vaya al polo norte y se lie con un oso" Pues nosotras llegaremos a ese punto. ¡Así será más divertido!
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Mi hijo era inmortal y le quería
más que a mi vida. Pero mi vida ahora era mi venganza. Pese a que habían pasado
meses de su asesinato, Anker seguía en mi mente… Pero el roce hace el cariño y
con Damián pasaba demasiado tiempo aprendiendo a utilizar las armas: le veía
como un maestro, le admiraba por su fortaleza, integridad e inteligencia… y yo
tenía que aumentar puestos para manejar un batallón suficientemente grande.
Que me le
follé, vamos. No quiero ser retorica, hijos, sabeis que mi vida marital siempre
ha estado muy transitada. Damián era un caballero en la realidad, me invitaba a
cenas, me compraba cosas y siempre estaba ahí para escucharme. No era trigo
limpio pero, a estas alturas ¿Quién lo era? Mi hijo crecía rápidamente,
pareciendo que tenía dos años, y aún no tenía nombre. Hice una votación en la
barraca donde nos reuníamos y salió un mote que utilizaríamos hasta que tuviera
nombre oficial: ahora mi hijo, para esa gente, se llamaba El Ankerzito Bazooka.
Continué
aprendiendo el dulce arte del contrabando, con Damián me llevaba muy bien y mi
hijo seguía creciendo muy rápido; a las pocas semas parecía tener diez años.
Colombia volvió a colarse en mis sueños. Ahora mi pesadilla era ver a mi hijo
convertido en lobo. Pero ahora era más rápida que la naturaleza colombiana. Un
día me perdí en una de las selvas para encontrarme con el alma de esa tierra
que me acosaba en sueños, tras horas de meditación encontré lo que me querían
decir: Ankerzito no era mío, era de Colombia y Anker… tenía mis lágrimas porque
era lo único de mí que también pertenecía a esa tierra. Ankercito había nacido
para ocupar el lugar que le correspondía a su padre en la manada de lobos. Y yo
iba a ayudar a lo único que quedaba de ese que fue mi gran amor en el mundo.
Con la ayuda
de mis amigos contrabandistas formamos una banda, llamada “la bandita de
contrabandistitas awiiiii” ese era nuestro grito de guerra. Oswaldo encabezaba
la marcha con Anquerzito en sus hombros, y yo iba junto a Damián. Todos me
respetaban, era la novia del jefe. Todos juntos fuimos hasta Nueva York.
Preguntareis que por qué nos fuimos allí. Pues bien, ¿Sabéis quién está ahora
haciendo mi columna del periódico? Os daré una pista. Tiene un ojo rojo… y otro
verde. Y a su lado está el que ocupó mi cama durante tanto tiempo: el purpurinense
que me quita el sueño… pero que yo le quitaré la vida.
Anker tenías
ya “quince años” y digo Anker porque decidió él mismo que se quería llamar así.
Cuando vio a Rover, su instinto desbarató todos nuestros planes. Toda idea
organizada despareció de nuestras cabezas cuando se encontraron la manada con
Oswaldo y Anker, ¿qué cómo ocurrió? Fue todo demasiado violento… el instinto,
la naturaleza de Anker pudo más que el lazo que nos hubiera unido a él y a mí
como su madre biológica. Rover desapareció de la faz de la tierra. Anker ocupó
su lugar en la manada y desapareció de mi vida. El grupo de contrabandistas
pensaban que les debía lealtad y el periódico quería explicaciones por mi
desaparición tras la publicación de mi trabajo. Todo perfecto para mi vuelta al
mundo moderno. Alejada ya de los sueños que me atrapaban a un Universo paralelo
donde mi vida y la de Anker no se separarían jamás. Ahora mi vida era otra y me
tocaba empezarla de cero con algunos problemas de mis últimas aventuras.
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