miércoles, 30 de mayo de 2012

Capítulo 5. Segunda temporada

¡Buenos miércoles amigos! Sofisticada vuelve a vuestras vidas para daros mandanga de la buena. ¿Rover? ¿Anker? ¿Erik? ¿De nuevo? Pues continuemos... que creemos que cuando esta mujer diga quién es el padre de sus hijos... TEMBLARÁ ESPAÑA.
PD: Tengo que decir que, en estos capítulos, aparte de estar ocurriendo lo que ocurre, está pasando algo magnifico: ambas escritoras estamos enfrentadas. Yo quiero un final, ella otro, y por eso, si veis tantas contradicciones, es por esa misma razón. Es lo emocionante de todo esto, que con tu parrafo haces lo que te entra en gana.


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Días de publicación: Lunes, Miércoles, Viernes


¡POR CIERTO!: Teníamos que deciros que nos gustaría que os involucraseis más en la historia. Por eso hemos decidido que, quién quiera, puede darnos ideas al correo de lavidaensofisticada@gmail.com, en plan de "Eh, quiero que vaya al polo norte y se lie con un oso" Pues nosotras llegaremos a ese punto. ¡Así será más divertido


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El problema es que esos personajes ya no me hacían sentir lo que había sentido con ellos hacía tanto tiempo… Anker se parecía al mejor amigo del que siempre había estado y estaré enamorada. Erik era como un mal sueño de la noche pasada. Aun así verle no me hizo sentir muy bien. Entré en el restaurante con Anker y hablamos como los buenos amigos que siempre habíamos sido…hasta que llegó el tema prohibido…él y Erik…Erik y yo… yo y Anker…

                Para mi sorpresa, Anker sonrió. Era una sonrisa limpia, empezada desde la comisura de los labios. Me miró, sincerándose de que a él eso no le importaba. No quería saber lo que había pasado conmigo y con Erik, no quiso hablar de lo que habían pasado él y Erik. Quería comenzar de nuevo una relación conmigo, ya fuera como amigos, como pareja, o directamente como enemigos. Me ruboricé, y no vi en Anker aquel perro de hace años, sino una persona madura, elegante y… para que engañarnos, el traje le hacía estar muy bueno.

                No podía. Mi cerebro ya ocupaba un lugar importante como consejero junto a mi corazón. Las cosas no importaban pero éramos muy distintos y yo ahora quería tener otros motivos para seguir viviendo que la persona a la que le entregara mi vida. Le convencí para que fuéramos amigos. Mi vida era algo más que sus caricias por aquellos días, era un trabajo en el que estaba volcada, una venganza próxima y una ganas muy grandes de seguir viviendo; cualquier problema que desmoronara nuestra posible relación, me desmoronaría a mi de nuevo. El problema es que Anker también tenía los ojos verdes como el único sueño que mi corazón seguía persiguiendo.

                Pero hijos, habían pasado muchos años y con ellos la experiencia: yo ya no era una universitaria drogadicta que había hecho cincuenta carreras, ninguna terminada. Yo ya no era la marinera que había sido en mis tiempos. Yo ahora era una escritora, periodista famosa, y no la niña tonta para ir detrás de un perro como Anker, y mucho menos para aguantar tonterías con el purpurinense de Erik. Por eso cogí a Esteban y me marché a tomar unas vacaciones a Canadá, al lado de las cataratas del Niagara. Sin duda Esteban era mi mejor amigo y pude contarle todo aquello. Se sorprendió cuando me sinceré con él y le conté lo que realmente eran Anker y Erik, pero, con una sonrisa en los labios, me dijo: “Sigue el consejo que te de tu corazón, andele wey”

                ¿Qué qué hacía yo en Niagara? Pues de vacaciones me dijeron, pero en realidad estaba buscando una planta especial…por esto de la venganza. El problema es que debido a la piromanía diagnosticada me controlaban demasiado y no estuve mucho tiempo en Canadá. Volví al par de días y Robert me esperaba en el aeropuerto, con sus lentillas verdes, en una mirada tierna que se veía teñida de una falsedad que iba más allá de ese color de ojos postizo. Con la “emoción” del reencuentro le invité a cenar a casa.

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