PD: Tengo que decir que, en estos capítulos, aparte de estar ocurriendo lo que ocurre, está pasando algo magnifico: ambas escritoras estamos enfrentadas. Yo quiero un final, ella otro, y por eso, si veis tantas contradicciones, es por esa misma razón. Es lo emocionante de todo esto, que con tu parrafo haces lo que te entra en gana.
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Días de publicación: Lunes, Miércoles, Viernes
¡POR CIERTO!: Teníamos que deciros que nos gustaría que os involucraseis más en la historia. Por eso hemos decidido que, quién quiera, puede darnos ideas al correo de lavidaensofisticada@gmail.com, en plan de "Eh, quiero que vaya al polo norte y se lie con un oso" Pues nosotras llegaremos a ese punto. ¡Así será más divertido
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El problema es que esos
personajes ya no me hacían sentir lo que había sentido con ellos hacía tanto
tiempo… Anker se parecía al mejor amigo del que siempre había estado y estaré
enamorada. Erik era como un mal sueño de la noche pasada. Aun así verle no me
hizo sentir muy bien. Entré en el restaurante con Anker y hablamos como los
buenos amigos que siempre habíamos sido…hasta que llegó el tema prohibido…él y
Erik…Erik y yo… yo y Anker…
Para
mi sorpresa, Anker sonrió. Era una sonrisa limpia, empezada desde la comisura
de los labios. Me miró, sincerándose de que a él eso no le importaba. No quería
saber lo que había pasado conmigo y con Erik, no quiso hablar de lo que habían
pasado él y Erik. Quería comenzar de nuevo una relación conmigo, ya fuera como
amigos, como pareja, o directamente como enemigos. Me ruboricé, y no vi en
Anker aquel perro de hace años, sino una persona madura, elegante y… para que
engañarnos, el traje le hacía estar muy bueno.
No
podía. Mi cerebro ya ocupaba un lugar importante como consejero junto a mi
corazón. Las cosas no importaban pero éramos muy distintos y yo ahora quería
tener otros motivos para seguir viviendo que la persona a la que le entregara
mi vida. Le convencí para que fuéramos amigos. Mi vida era algo más que sus
caricias por aquellos días, era un trabajo en el que estaba volcada, una
venganza próxima y una ganas muy grandes de seguir viviendo; cualquier problema
que desmoronara nuestra posible relación, me desmoronaría a mi de nuevo. El
problema es que Anker también tenía los ojos verdes como el único sueño que mi
corazón seguía persiguiendo.
Pero
hijos, habían pasado muchos años y con ellos la experiencia: yo ya no era una
universitaria drogadicta que había hecho cincuenta carreras, ninguna terminada.
Yo ya no era la marinera que había sido en mis tiempos. Yo ahora era una
escritora, periodista famosa, y no la niña tonta para ir detrás de un perro
como Anker, y mucho menos para aguantar tonterías con el purpurinense de Erik.
Por eso cogí a Esteban y me marché a tomar unas vacaciones a Canadá, al lado de
las cataratas del Niagara. Sin duda Esteban era mi mejor amigo y pude contarle
todo aquello. Se sorprendió cuando me sinceré con él y le conté lo que
realmente eran Anker y Erik, pero, con una sonrisa en los labios, me dijo:
“Sigue el consejo que te de tu corazón, andele wey”
¿Qué
qué hacía yo en Niagara? Pues de vacaciones me dijeron, pero en realidad estaba
buscando una planta especial…por esto de la venganza. El problema es que debido
a la piromanía diagnosticada me controlaban demasiado y no estuve mucho tiempo
en Canadá. Volví al par de días y Robert me esperaba en el aeropuerto, con sus
lentillas verdes, en una mirada tierna que se veía teñida de una falsedad que iba
más allá de ese color de ojos postizo. Con la “emoción” del reencuentro le
invité a cenar a casa.
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