martes, 3 de abril de 2012

Capítulo 23

Hola amigos!!! Perdón por no publicar estos días, ya que creíamos que no teníamos más capítulos, pero seguimos teniendo uno!!! WOW!!! Dentro de nada acabaremos la temporada, ya que nos vienen exámenes, pero aquí tenéis, sigue la historia de Sofisticada. Recordad, cada párrafo una escritora, dos estilos distintos ^.^

------------o------------

Yo no sabía que era vuestro padre. Estábamos de fiestuki y él tenía el pelo a lo bola de billar y vestía de forma rara. Yo también. Todos vestían de manera rara, hijos míos. Nos conocimos, hablamos, bailamos juntos… pero nunca nos dijimos los nombres. Fue raro.
Él dijo que era de España. Yo no le veía físicamente atractivo, quiero decir que me hubiera tirado antes una piedra que a vuestro padre. Y mirad ahora donde estáis… PERO BUENO HIJOS, no nos dijimos los nombres… paseamos juntos, y fuimos felices…. Pero un buen día él desapareció… y descubrí que se había ido de los 80… pero no sabía a donde. Esto fue la primera vez que vi a vuestro padre y hasta más adelante no volví a saber de él… que yo supiera. Porque desde ahora estaría muy presente sin que me diera cuenta.

Hada Madrina me dijo que mi príncipe huyó por la crisis de los ochenta, aquella conocida por el baby boom… le dio miedo… yo debía continuar en esa existencia extraña, alejada de mi presente, lejos de ser el pasado y cerca de ser mi futuro. Podía reconstruir mi vida, por esa época mis padres se conocieron, podría empezar desde el principio del principio. Viajé a España para encontrarme con el olor a libertad, el estilismo de Pink sin rosa (por paradójico que parezca) y la música que marcó el baby boom.

No sabía cómo iba a encontrar a mi padre porque eran más jóvenes: además me di cuenta de que yo también había rejuvenecido unos cuantos años, y parecía ahora como cuando había empezado la Universidad. Magníficos tiempos. Iba andando por el centro me Madrid cuando un hombre se acercó a mí y me dijo “Tienes cara de ser una puta. ¿Por cuánto el completo?” le hice una llave de karate y le dejé tirando en el suelo. Cuando estaba retorciéndose de dolor me di cuenta de que era mi padre. Se alejó de mi y se acercó a otra chica, esta vez una prostituta de verdad. Una prostituta que… era mi madre.

Ahora entendía todas las veces que mi padre me había recriminado mi condición de enamoradiza, las veces que había restregado a mi madre su pasado. Un pasado del que nunca supe. Pero en mi presente estaban juntos ¿por qué? Decidí que lo mejor era seguirlos pasando inadvertida entre mis semejantes en esas calles. Si, hijos, por esa época ya tenía asumido mi rol de concubina. Supongo que me lo merecía. Mis historias de “amor” cantaban esa verdad a voz en grito. Había llegado un punto en que no me importaba.

Mis padres llegaron a una calle sin salida. Me quedé en la esquina, espiándolos, y varios me pidieron hacerme el amor. Uno de ellos era guapo, pero yo tenía cosas más importantes. Llamaron a una de las puertas y alguien los abrió. Hijos reconocí a ese alguien rápidamente…. Era Erik. Sí, el que había quedado tan atrás hace años estaba allí, en esa casa. No lo entendía. No entendía nada. Pero entonces caí en la cuenta de que Erik era vampiro, y eso le podía hacer inmortal… y hacia cosas con mis padres. Puto purpurinense. Hijos… es una historia larga de contar y algún día me pararé en ella: pero conseguí entender todo y acabar con Erik en mi vida de una vez gracias y con ayuda de un anónimo padre vuestro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario