miércoles, 22 de febrero de 2012

Capítulo 9


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Hijos, creo que aquel periodo fue el más largo que pasé en España sin moverme, sin hacer cosas nuevas o sin tirarme a un nuevo ti… digo, sin encontrar al amor de mi vida. Estuve con Román… si, hijos, se llamaba Román, de Romano. De derecho biológico romanoJAJAJAJAJAJ PASADME EL PROZAC. Bueno, pues eso. Todo estaba tranquilo. Demasiado tranquilo. Pero encontraba algo raro en Román que me hacía desconfiar de él. Y en mis sueños aparecía Anker. Y Erik. Y Román. Y Cantinflas. Como quería a Cantinflas.

Fue un tiempo de reflexión, de amaneceres y crepúsculos mirando el cielo, de vivir despacio, suavemente…disfrutando de los pequeños placeres de la vida. De encontrar en Román algo lo más cercano a un amigo. Compartir vivencias alejadas del amor pero igual de importantes para la vida.

Aprobé mi primer cuatrimestre en la Universidad y me fui de fiestuki con gente de mi edad… miento, con gente con cinco años menos. Mis viajes por el mundo tenían su consecuencia. Román venía conmigo, abrazándome, dándome besos en el cuello y acariciándome mientras ronroneaba, pero había algo raro en él: en la discoteca miraba a otras personas, bailaba con ellos… y eran hombres. No me preocupaba que les invitara a copas, que les tocase el culo, que les dijera cosas guarras al oído. Las mujeres también lo hacemos, es normal. Pero sí me preocupó un poco cuando se fue al cuarto oscuro. Me dijo que quería ir al baño pero se equivocó. Yo le creí, pero algo me hizo ver que a Román no le tiraban precisamente los senos…

Hacerse la despistada es algo que se me puede dar muy bien, hijos míos, más cuando sé que mi salud mental están en juego ¿DÓNDE ESTÁ EL P.. PROZAC? ¿DÓNDE CO..LO HE METIDO? Ah, gracias, hijos. ¿Por dónde iba? Ah sí.. Román me hacía feliz, era recuperar el tiempo que había perdido por mi afición a la intensidad de los momentos, no iba a perder esa tranquilidad por paranoias mías… pero el momento que causó mi primera de muchas citas con el tito Roberto, nuestro psiquiatra, fue después de ver a mi profesor de Derecho Romano y Biológico, aquel profesor del que algún día estuve enamorada y a Román retozándose por la pizarra entre el polvo en todas partes, de todas las formas y de todos los colores; por las tizas.

No supe que hacer en ese momento. Lo primero que hice fue coger un pupitre y tirárselo a la cabeza al profesor, aunque desgraciadamente falló. Luego cogí a mi perro y le dije que atacara a Roman, aunque salió corriendo a ver a ambos desnudos. Llorando me acerqué a ellos y llamé a mi dragón guardián y me fui volando en él, alejánd… Sí, ya me he tomado el prozac. Calla niño. Cómo iba diciendo me alejé de allí. No sabía que era gay ni me lo esperaba. No sabía como iba a mirarles a los ojos. Ahora no encontraba ninguna razón para quedarme allí… o sí. Sí la encontré. Y con forma de… él.

2 comentarios:

  1. Me encanta. Es que cuando escribís lo hacéis genial, porque conseguís que parezca que se está hablando pero también de una manera culta. JUÁ OS ACABO DE LLAMAR CULTAS ^^ Bueno, supongo que con todos mis comentarios os habréis dado cuenta de lo mucho que os adoro. De nada.

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    1. Muchas Gracias, en serio.
      Gustamos de que gustes gustarnos porque si te gusta nos gustas y todos gustamos !!!!

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