Sin más dilataciones, aquí el nuevo capítulo de Cómo Conocí a Vuestro Padre =)
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Bueno hijos,
la aventura con Erik fue apasionante: nunca había estado tanto tiempo con una
persona, antes solía comerme sus cabezas y… hijos, Erik era un buen hombre.
Estuve viviendo con Él en su piso de Dinamarca y todo era perfecto. Demasiado
perfecto para mi. No sabía por qué, pero echaba de menos la Universidad. Así
que me metí a hacer cualquier carrera en Dinamarca. Quería cambiar un poco y
relajarme, por lo que me metí a artes. E, hijos, tengo que decir que el poco
tiempo que estuve ahí fue muy importante.
Siempre me
habían interesados las artes… las musas que inspiraban a cualquier genio con
algo de imaginación era un tema por el que siempre me había sentido atraída.
Aunque las manualidades nunca habían sido mi fuerte y resultaba duro cualquier
actividad plástica, la pintura me había gustado mucho pero lo que me enamoraba
era la escritura… Bécquer, Neruda… con sus golondrinas, sus crepúsculos… alguna
princesa de cisnes y un millón de campos habían conseguido arrastrarme a sus
historias de amor. Aunque la literatura danesa tenía mucho que ofrecerme en el
arte culinario.
Sobre todo
tenía algo que ofrecerme un chico llamado Anker. Anker tenía 20 años, cuerpo
esbelto, mirada fulminante y estuvo pillado por mi. Era mi acompañante en la
asignatura “cómo hacer que una raya parezca algo de arte” y a veces me lanzaba
indirectas como “Podemos quedar” “Se me ha caído una invitación a una boda
contigo” o “Tú debes ser muy buena en la cama y quiero que me lo demuestres”.
Yo le daba largas (las luces, en mi coche, quiero decir) pero él era muy corto
(que juego de palabras). El problema llegó cuando se lanzó definitivamente y…
Erik estaba cerca. Escuchando. Todo. Incluso lo de “te quitaría el tanga de un
bocado, maldita” que me dijo. Hijos ¿Por qué me miráis con esa cara? Eran otros
tiempos.
Erik decidió
que Anker no necesitaba su pez para vivir. Fue violento y creo que esto nunca
se lo he dicho a nadie. Yo le seguía queriendo pero los celos iban a acabar
poco a poco con nuestra relación… los susurros de “te quiero” pasaron a voces
de “¿me quieres?” y el príncipe se convirtió, no en sapo (porque la lengua la
seguía teniendo grande), en verdugo de ese “nosotros”. Al final, como os decía
hijos míos, Erik mató al pez de Anker en un ataque de celos y a mí eso me hico
recordar a Cantinflas y alguien que no tiene consideración por las mascotas
nunca llegaría a entenderme del todo.
Dejé a Erik.
Lo hice de forma elegante: lo llevé a una gasolinera, le apaleé y le dejé
abandonado allí. Eso sí, evité la frase “No es por ti, es por mi”. Me fui de
Dinamarca hacia España, en su coche, el cual había cogido prestado. Pero la
gasolina no llegó hasta España y me quedé tirada en Francia, al lado de unas
viñas. Un hombre vino y me dio vino JAJAJAJAJA ES GRACIOSO, ¿VERDAD HIJOS? Bien,
sigamos. Allí conocí a una amiga. Creo que era la primera vez que conocía a una
tía. Al final sí que va a resultar que era un poco puta, hijos míos.
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