miércoles, 15 de febrero de 2012

Capítulo 7

Después de los recuerdos que Sofi quiso compartir con sus hijos ayer, continuemos con nuestra historia; recordemos que Sofisticada se quedó en Dinamarca, que volvió a caer en los brazo de Erik y que su vida continua junta en estos momentos; pero si aún no os habéis dado cuenta, uno de todos los trastornos de Sofisticada la impiden ser feliz en un entorno normal y amorosos. Creo que se vuelve a notar bastante el trastorno bipolar de nuestra protagonista; recordad: dos escritoras, un párrafo cada una.


Sin más dilataciones, aquí el nuevo capítulo de Cómo Conocí a Vuestro Padre =)


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Bueno hijos, la aventura con Erik fue apasionante: nunca había estado tanto tiempo con una persona, antes solía comerme sus cabezas y… hijos, Erik era un buen hombre. Estuve viviendo con Él en su piso de Dinamarca y todo era perfecto. Demasiado perfecto para mi. No sabía por qué, pero echaba de menos la Universidad. Así que me metí a hacer cualquier carrera en Dinamarca. Quería cambiar un poco y relajarme, por lo que me metí a artes. E, hijos, tengo que decir que el poco tiempo que estuve ahí fue muy importante.

Siempre me habían interesados las artes… las musas que inspiraban a cualquier genio con algo de imaginación era un tema por el que siempre me había sentido atraída. Aunque las manualidades nunca habían sido mi fuerte y resultaba duro cualquier actividad plástica, la pintura me había gustado mucho pero lo que me enamoraba era la escritura… Bécquer, Neruda… con sus golondrinas, sus crepúsculos… alguna princesa de cisnes y un millón de campos habían conseguido arrastrarme a sus historias de amor. Aunque la literatura danesa tenía mucho que ofrecerme en el arte culinario.

Sobre todo tenía algo que ofrecerme un chico llamado Anker. Anker tenía 20 años, cuerpo esbelto, mirada fulminante y estuvo pillado por mi. Era mi acompañante en la asignatura “cómo hacer que una raya parezca algo de arte” y a veces me lanzaba indirectas como “Podemos quedar” “Se me ha caído una invitación a una boda contigo” o “Tú debes ser muy buena en la cama y quiero que me lo demuestres”. Yo le daba largas (las luces, en mi coche, quiero decir) pero él era muy corto (que juego de palabras). El problema llegó cuando se lanzó definitivamente y… Erik estaba cerca. Escuchando. Todo. Incluso lo de “te quitaría el tanga de un bocado, maldita” que me dijo. Hijos ¿Por qué me miráis con esa cara? Eran otros tiempos.

Erik decidió que Anker no necesitaba su pez para vivir. Fue violento y creo que esto nunca se lo he dicho a nadie. Yo le seguía queriendo pero los celos iban a acabar poco a poco con nuestra relación… los susurros de “te quiero” pasaron a voces de “¿me quieres?” y el príncipe se convirtió, no en sapo (porque la lengua la seguía teniendo grande), en verdugo de ese “nosotros”. Al final, como os decía hijos míos, Erik mató al pez de Anker en un ataque de celos y a mí eso me hico recordar a Cantinflas y alguien que no tiene consideración por las mascotas nunca llegaría a entenderme del todo.

Dejé a Erik. Lo hice de forma elegante: lo llevé a una gasolinera, le apaleé y le dejé abandonado allí. Eso sí, evité la frase “No es por ti, es por mi”. Me fui de Dinamarca hacia España, en su coche, el cual había cogido prestado. Pero la gasolina no llegó hasta España y me quedé tirada en Francia, al lado de unas viñas. Un hombre vino y me dio vino JAJAJAJAJA ES GRACIOSO, ¿VERDAD HIJOS? Bien, sigamos. Allí conocí a una amiga. Creo que era la primera vez que conocía a una tía. Al final sí que va a resultar que era un poco puta, hijos míos.

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