miércoles, 9 de mayo de 2012

CAPERUCITA LA SOFISTICÁ





“Porque eso de la niña gilipollas que la atrapan en el bosque y sale de la barriga del lobo era muy Sofisticado”
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Erase una vez, cuando aún no nos habían dado el piso en Madrid, vivíamos en un lugar asombrosamente mágico. Precioso, lleno de gente amable, con sonrisas, que cantaba y bailaba, con guardias que atacaban a los malos… vivíamos en la Cañada Real. Vuestra abuela, hijos míos, me solía mandar a dar la medicación a vuestra bisabuela, y yo iba felizmente con mi capa roja. La capa roja era para que, si me apuñalaban o me daban un tiro, no se notara tanto. Que el detergente estaba caro. Pero bueno hijos, que lo importante es que iba día sí y día también a llevar la medicación a mi abuela, y bueno… hijos, pasaban muchas cosas en esos viajes.
                Me hacía amiga de los árboles, de las margaritas, de los pajaritos que sobrevivían a Blancanieves. Me hice amiga de río, de peces, de ardillas y buhitos. Todos éramos felices. Todos éramos amigos. Y cada viaje hacía un amigo nuevo. Me lo propuse cuando los niños de mi edad eran repelidos por mi olor a manzana podrida. Eso fue hace mucho. Así que también era amiga de moscas y mosquitos (arreglé un casamiento con un mosquito Capuleto y una mosca Montesco) y de hormigas y arañas. Cada día un amiguito nuevo.
                Hijos, podeis ver que mi deficiencia mental anterior, por suerte, era transitoria, y he dejado de tomar las drogas desde ese momento. La cosa es que iba tan felizmente siempre andando, cruzándome con todos los putos amigos que tenía porque era super guay y tenía a toda la jodida flora y fauna de amigos, sí. La cosa es que había un animal con el que no había congeniando muy bien. Esa era Belén Esteban. Ah, y el lobo.
Lobo era el representante de una multinacional de productos de satisfacción sexual. Estaba tan emperrado, pese a ser lobo, en que probara alguno de sus productos que me agobiaba mucho. Y yo odio que me agobien. En el fondo sabía que Lobo quería que le diera los derechos de mi capucha roja, para utilizarla en una nueva campaña sobre un capuchón rojo. Yo quería a mi capucha. Yo no quería sus cositas para hacer cositas malas. Yo era una niñita con muchos amigos que llevaba barbitúricos a su abu. Normalito todo hasta aquí.

                Así que decidí decirle que sí porque era un poco pesado, y compré varios productos, sobre todo de limpieza para Blancanieves que hablé con ella y me dijo que le faltaban productos para limpiar el polvo. Yo dije que había comprado productos relacionados con polvos JAJAJAJAJA LO PILLAIS HIJOS? JAJAJAJA! Bueno, la cosa es que no se quedó convencido… por lo que me siguió. Me siguió hasta el infinito y más allá, y cuando ya estábamos por el más allá pues me dijo que le comprara otro producto. Era un poco pesado. Al final opté por darle una patada en los huevos y continuar mi camino con mis amigos florafaunenses.
No sé como llegué del más allá. Probablemente sería un orgasmo… da igual. Continué por mi camino, el de mi abuela. Poco recto. Lo había diseñado mi abuela sin barbitúricos. Pobre… Como os contaba en el camino me encontré con un hombre de hojalata que me pidió mi corazón. Otra vez. ¿Por qué todo el mundo me quiere quitar el corazón? Es rojo, pequeño, con sangre y tubos… como todos. También una niñata que quería unos zapatitos de charol y buscaba un instituto… Oza, creo recordar. Ah no, Mendoza. Da igual. Pasé de todos y continué andando hasta que Cazador, un viejo amigo de los bosques me interrumpió. Cazador quería que tuviera cuidado con un animal que me quería pervertir. Yo sabía que era él, pero me gustaba tanto que le dejé que se enrollara…. Brrrrr
                Acabamos haciendo el amor como locos detrás de los arbustos. Al terminar el amor, que era un mueble de HI, KE IAH! Quedó bastante bien. Cazador se limpió el polvo de la frente y el sudor y me miró a los ojos, con seriedad, y dijo “TEN CUIDADO, CAPERUCITA ROJA, PORQUE QUIEREN QUITARTE TU CAPERUCITA. Y no precisamente la de la cabeza, sino tu impunidad vaginal”. Yo me reí. Mucho. Demasiado. Si supiese el lobo cuantos “””amigos””” flaurofaunienses habían pasado ya por las arcas de Noé que eran mis piernas… pero bueno. Que me despedí de cazador y continué mi camino a casa de mi abuela. Me equivoqué en una intersección y acabé en el monte del destino. Saludé al ojo de Sauron, que había sido sustituido por el de @Gm_ordep, que ese sí que lo vé todo (guiño end) y al final conseguí llegar a casa de mi abuela.
Abrí la vieja y mugrienta puerta del portalón de la puerta de la casa… me perdí al entrar. Normal. Tantas puertas que se abren. Y otras cosas que también se abren… Llegué a la habitación de mi abu, pobrecita esto de no tener su medicación la dejaba grogui. Qué haría sin mi… fui a llamar a la puerta pero estaba hasta el mismísimo gorro de mi caperuza de tanta tontería así que me tiré en la cama y me acurruqué a su lado. La abracé a la altura de la tripita y el ombliguillo feliz e iniciamos una profunda conversación que no olvidaré nunca… -No sé como llegamos a esta parte de la conversación.-dijo con voz grave. -Abu, abuelita, abueliiitaH, cuanto pelo y protuberancia a la altura de tu alegre ombliguillo…. -Es para atrapar mejor los herpes vaginales… (Pócker Face durante cinco minutos después) -Abuelita, ¿qué bocaza eres? -Es para atrapar mejor lenguas (Imagen de un inglés y un francés a la vez en mi mente. Qué abuelita tan culta tenía.)
                Abuelita abuelita, que grandes ojos tienes. Entonces ella se quitó la ropa y descubrí que TENÍA PELO EN TODO EL CUERPO. Tenía miedo. Ella me miró y me dijo: ¿Ves? Te has acojonado. Si la haces acojonarse, si ve que estás seguro de ti mismo, querrá follar contigo. Yo no sabía qué hacer, por lo que cogí una espada laser y empecé a luchar contra ella. Mi abuela ya tenía otra en la mano, y entonces me di cuenta de que no era mi abuela: era el lobo. EL LOBO, EL LOBO, SÍS´SI´SI, IUIUIUIUIUI. Empezamos a luchar hasta que el campo gravitatorio desapareció y volamos hasta el más allá, donde nos sacamos ya un cupón de diez viajes entre los dos para que todo fuera más barato. Luchamos durante un rato hasta que consiguió arrebatarme la espada de la mano y me miró. “Te comeré” me dijo. Qué directo era. Luego siguió “como comí a tu abuela” ARG que asco, pensé. Se ha comido a mi abuela. Y descubrí que no era el comer que a mi me gustaba.
Me tiró a la cama y me despojó de MI CAPERUZA, MI CAPERUZA ROJA NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Cazador tenía razón… qué perver el pillín… claro que Cazador no había indicado algunas ventajas de la perversión. Me convertí en zoofílica. Pero que bien sentaba la zoofilia. Cuando íbamos a empezar nuestra quinta perversión apareció Cazador cuando Lobo empezaba a comerme como él había aprendido que me gustaba. Cazador le mató cuando descubrió que los barbitúricos de mi abuela estaban sin usar y eso era que había muerto seguro. Eso y porque me quería. Se lo notaba yo, y como lo de la zoofilia no podía durar mucho…
                Hijos, al final descubrí que este lobo era el bisabuelo de Anker, y bueno, podía decir perfectamente que las artes amatorias se heredan y mejoran. Me cagué en Cazador y le llamé de todo, pero volvimos a hacer el amor porque se había roto. Malditos muebles peruanos. La cosa es que fui al cementerio a honrar a Lobo, que había muerto en lo más alto. Lo más alto me refiero a una parte de su cuerpo que no diré porque sois menores de edad. Hijos, mi abuela estaba en su estomago porque la mujer es vieja y dijo que hasta que no viera cómo se llamaba el hijo de Paquirrín no se moría, y por eso ahí estaba, tan feliz en su casa. Fue un día muy agitado, bueno, varios días. Y de nuevo me dirigí a mi casa. Infeliz. Quiero un lobo en mi vida que me haga hacer AUAUAUAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU Trololo.
Cazador consiguió enamorarme cuando me demostró que ya nos habíamos conocido antes. Yo no caí, pero me dijo que lo entendería en “un momento lejano”. Le pasé los barbitúricos de mi abuela para callar tanta tontería y me puse a limpiar el polvo de la caperuza roja…pobre mi caperuza, sí que había tenido polvo encima… y así fui infeliz y sin lobo en ese mundo.

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