miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 11



Primero gracias por seguir la historia de Sofisticada; ya hemos sobrepasado la barrera de los diez capítulos y parece que su vida se va a aclarando. Mentira. Gracias por seguir leyéndonos y esperamos que sigáis disfrutando como con las primeras lineas con Cantinflas.

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Todo empezó una bonita mañana otoñal. Paseaba con la correa a Anker, que meneaba la c… la cabeza diciéndome lo mucho que me quería. Erik ya no estaba siguiéndonos, porque le iba a ir a ver en escasos minutos: era difícil mantener dos relaciones sin que los dos lo supieran.

- Ahora vengo, Anker – Le dije. Y le até a una farola.

Estuve con Erik durante un rato, con una jornada de sexo danés que sólo sabía darme él. Luego volví y ahí seguía Anker, lamiendóse sus partes. Me dio vergüenza ajena. Por lo que me había contado Erik dentro de una semana tenían la importantísima misión de salvar los huesos con pulpurina de los malvados Burturris ya que por eso se habían unido. Os preguntareis si aquí es dónde descubrieron todo.

En realidad no había nada que descubrir, en realidad ellos no tenían nada que descubrir; tenía que abrir los ojos yo… ellos ya los tenían muy abiertos.

Fueron a Burturris’ House para enfrentarse con ellos y poder liberar toda la purpurina que habían robado al mundo; Erik siempre con las mismas misiones… Anker se unió a esta porque estaba defendiendo a las farolas que habían perdido luminosidad y su raza ya no sabía donde debía excretar. Fue en Burturris’ House donde yo abrí los ojos. En realidad ninguno de mis amantes sabía que yo estaba en esa house pero mi preocupación era demasiado alta para quedarme en casa hasta su regreso; cuando patearon a los malosos yo respiré tranquila, el tiempo justo para atragantarme cuando los vi expresando físicamente su misma alegría o mayor… mucho mayor en ambos.

Sí, hijos, ya era la segunda vez que pillaba a gente en pleno acto sexual… pero eran ANKER Y ERIK! Dos personas completamente distintas. Dos seres que estaban liados conmigo… Tuve que salir de mi escondrijo al grito de “GHOSTBAUSTER”” (silencio incómodo) y preguntar el por qué habían hecho eso. Ambos dijeron: “Nos gustan los hombres. Estábamos contigo porque tenías bigote” Ahí fue cuando Erik me confesó que su gato era de mentira. Me deprimí… salí de allí llorando, llamando a mi Dragón guardián: pero un avión de Spanair se lo había llevado por delante. Cuando me fui por la perdida de mi querido dragoncito encontré algo que también pensareis que era de mis ensoñaciones: parecía una abeja… iba para abeja, pero se quedó en unicornio abeja. La llamé Maya. Y fue mi mejor amiga desde entonces.

Y en el país multicolor fuimos felices: yo y mi unicorja (unicor-nio, abe-ja) con su correa a mi muñeca; era un símbolo de lo unidas que estábamos; Cantinflas había sido el primero en dejarme por interponer el amor; ese término del que yo vivía enamorada, a ese vínculo tan fuerte entre mascotas; con Maya no pasaría eso… Maya y yo estaríamos juntas para siempre… Ese fue el pensamiento que me dio fuerzas para seguir adelante hasta que unas manos que ya conocía me dieron un periódico muy gratis.

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